domingo, 8 de febrero de 2015

Niñxs en la calle

Arrastrándose,
 se acercan,
se abren paso,
 confundiendo,
 a todo despavorido 
de conciencia,
te hacen creer que también caminan,
para que no veas,
y no sientas.

Tu terquedad mas inhumana,
se reproduce a cada paso que se lo permites,
con algo de esas miserias de monedas, 
sobras,
que no cambian lo egoísta de tu pasado,
que no serán flores en sus presentes de tanto invierno, 
frío, 
con tanto odio, 
con tanto olvido,
que no serán calor cuando el invierno diga: es tiempo de cambiar,
para algunos, tal vez, para ellxs,
injustamente,
no.

Suena ese silbido,
atrevido,
te deja atónito,
demuestra lo equivoco
 de la libertad, 
de la madures que aparentan.

El que lo infunde
no es mas que un vivas inocente
añorando su grandeza,
su entereza en una madurez,
limitada.

De la calle

                                           
                                       Sienten viento correr
resolana de mañana
aclara mirada.

Calor intenso secando sus pestañas,
otro día,
otro amanecer.

Sumergidos en el asfalto,
reposados,
vislumbran recuerdos
de la guerra acontecida
contra un insoportable que los persigue,
el mas oscuro y filoso
frío.

No hay cobija que los guarde,
amigos de mi olvido.

Se despiertan pensando, o quizá, solo escuchando
que será el hoy
en el resto de unos ricos.

Se embadurnan en desechos
en busca
esperanza.

Que no hay manteca pa' panduro,
que no pase del uso,
 de lo pútrido,
de un descarte,
que no pase de un objeto de valor, para todos, tal vez,
para pocos, también,
y que no es valor por valorado, ya que no lo es, 
por estos hijos de la buena racha,
que si de racha se habla,
en la hilacha de la cerilla del tabaco mal armado,
nervioso,
 reposado,
en la boca mas inmutable, en la cara mas frustrada,
en el cuerpo mas dejado, por el sentimiento mas perdido,
de tu indiferencia,
 se desgarra sola,
abandonando su materia,
viruta,
para ser liquida,
espesa,
como sangre,
vencida.

Que mas da el estado,
si lo que quieren es sólo
no sentir el ruido.

Cierran los ojos, 
perdidos
demostrando la oscuridad
de lo desigual,
característica de unos abandonados
que como todos y como ningunos
 añoran 
libertad.

Les miro los ojos
y quiero ver mucho,
 no veo nada,
me miran, me ven,
y ven mucho.

Odio,
en silencio.

Ramificaciones en libertad


                                             Las siento volar
ramas del árbol de mi vida
helechos de sauce llorón
resquebrajadas de los prejuicios.

Se ondean al oeste
de un oscuro conurbano
despertando, talvez,
bellas artes de una juventud que muta.

Todo lo que muestran sus largas curvas
se limitan a no ser mas que aluviones
palabrerios de mentes alienadas,
pensamientos ajenos
jamas compartidos
siempre practicados,
nunca aceptados.

Cuando así lo demandan,
cuando la conciencia y el temple
y no lo terco y y lo piedra las acompañan,
se les sonrrojan las virutas
de unos troncos que son y fueron,
que si, ya gastados, putridos,
casi como pisados, magullados, arrastrados, estirados en un sobre esfuerzo
y si, vueltos a pisar,
por el aprecio
el aprecio de tanta chusma,
tanto muerto en vida que se anda por ahí
hostigando al respeto,
reprimiendo los valores,
usurpando lo que de independiente moral te sobra,
y haya vos
tus ramas altas.

A los ojos cansados


Buscando placer
pesados se cierran.

El peso de su cansancio se encuentra torturado
por el desvelo de sus noches.

Noches fieles a la memoria
obligan a sentir su descontento.

Recordando lo acontecido
hostigan las añoranzas
de la construcción de los sueños,
enardeciendo en un oscuro fuego

nuestros corazones olvidados.

A nuestra bandera



Estandarte país se inclina a la izquierda del hombro pueblo.

Como el cielo iluminado
se despierta en ráfagas de amor de patría.

Induce en sus lienzos las voces de los sacrificios de la historia.

Sus colores aliento estallan
en un aluvión,
sentimientos tierra.

El latír de su fuerza rompe con los vientos
aire águila.

Resuena el alarido en la victoria
se enarbola la justicia de los desposeídos
se promulga el honor de los caídos
se derrumba el provecho de los dueños del urto
se derrota la astucia de los traidores de los sueños

danzando al canto de la liberación.